Queridas familias:
Desde el Colegio SJE queremos desearles un feliz Adviento, tiempo litúrgico que hemos comenzado este domingo pasado. Toda la Iglesia durante estos días se prepara para la venida del Salvador en la Navidad, acompañada por el ejemplo de san Juan Bautista, que nos invita a que nuestro corazón sea un camino allanado para que el Señor pueda pasar (cf. Lc 3, 4), sin poner impedimentos a que Dios mismo atraviese nuestra vida con su amor y misericordia.
Además, Isaías nos invita a creer en el poder de Dios, que nos anuncia que nacerá de una virgen el Salvador de su pueblo (cf. Is 7, 14). Por ello, se nos propone fortalecer la virtud de la esperanza, de volver nuestra mirada a Dios, de elevar nuestros ojos al cielo y pedir que nos traigan una lluvia que empape la tierra seca de nuestras vidas (cf. Is 45, 8).
En este tiempo de pandemia, es más importante que nunca reconocer que «la esperanza no defrauda» (Rom 5, 5) cuando la ponemos en Dios. Todas las demás seguridades, certezas en nuestra vida, de este mundo, caen, se agotan, tienen límites. El Señor nos invita a ponernos en sus manos y en este Adviento revisar en qué ponemos nuestro corazón, y unirnos a una voz con toda la Iglesia que proclama: «¡Ven Señor Jesús!» (Ap 22, 20).
Para poder vivir esto en la cercanía de nuestro hogar los cristianos podemos preparar con nuestras manos las coronas de adviento que representan, en medio de la circularidad del tiempo y su aparente monotonía sin sentido, que nosotros estamos con nuestros corazones encendidos en su amor, esperando la venida del Señor, sin dejar que se apaguen por la tristeza o la desesperanza, sino que cada domingo encendemos una vela como signo de que en nuestros hogares Cristo es buscado y esperado como nuestro Salvador.
Además, preparar el Belén en nuestras casas nos ayudará a tener ese pequeño refugio en nuestro salón o en la entrada de nuestras casas, donde poder mirar a la Virgen y a San José, contemplar la humildad del pesebre donde nació el Hijo de Dios, y confiar en Él todas nuestras peticiones y nuestros anhelos más profundos.
Que la Virgen María nos acompañe en estos días a poner nuestra esperanza en el Señor, a esperarlo todo de él, a atrevernos a confiar en su palabra, y ser, como Ella, dóciles a la voluntad de nuestro Dios.
¡Feliz tiempo de Adviento!